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Spanish Revolution?

Movidos por la indignación y la frustración, tal vez algunos jóvenes españoles se apresuraron algo al calificar un movimiento coyuntural de protesta como una “revolución”. Puede que en su fuero interno desean que su movimiento se convierta en una revolución, pero ¿cuáles son las reivindicaciones fundamentales? Toda revolución debe concluir con algo nuevo en un corto espacio de tiempo tras masivas movilizaciones populares. Por ejemplo, la caída de un dictador, o de un gobierno; la derogación de leyes injustas; la creación de una nueva formación política revolucionaria, etc. Pero lo único que ha sucedido en España es que se han producido unas elecciones en las que la izquierda (o supuestamente izquierda) ha sido ampliamente derrotada. Es decir, el país que pretende revolucionarse ha dejado claro en las urnas que es algo más de derechas, y que está poco inclinado a las revoluciones, como no sean “conservadoras”. Tampoco los ejemplos que les han servido de referencia son muy sólidos. Es cierto que Islandia derribó un gobierno, pero sigue teniendo unas deudas que deberá pagar de una forma u otra, pues la revolución no ha terminado con los acreedores, que nos les perdonan. En cuanto a Egipto y Túnez, paradójicamente las revoluciones reivindican un sistema democrático liberal de partidos políticos que los jóvenes españoles rechazan, por que se presta a la corrupción y al populismo. Pero entonces ¿dónde buscar alguna referencia reciente o histórica para esta nueva revolución? ¡En ningún sitio, porque no hay tal referencia! La realidad actual es tan nueva y distinta del pasado que todavía no ha tenido tiempo de hacer historia. Se trata de una revolución que tiene que surgir de la capacidad creativa de sus promotores, y para ello se necesitan sobre todo nuevas ideas para hacer que la política se ponga al servicio del bien común y no de los intereses de las entidades financieras y de las multinacionales. Pero ¿se han parado a pensar los jóvenes revolucionarios españoles lo descomunal y ambicioso de su proyecto político revolucionario? ¿Creen acaso que surgirán estas grandes ideas políticas en tumultuosas y caóticas asambleas de barrio? ¿Es que no saben que estamos en plena globalización, donde las políticas nacionales están sometidas a las internacionales, y a los intereses creados que genera el mercado financiero de Wall Street, o a las condiciones que establece el FMI el BM, la Reserva Federal o el BCE, amén de la poderosa influencia de las agencias de “Rating” norteamericanas? ¿Se han olvidado de que la locomotora actual de la economía mundial es China, en fase de conversión rápida hacia el capitalismo? Por otro lado, si la revolución se ha puesto en marcha a través de la web, ¿por qué permanecer en la calle una vez que ha llamado la atención de la opinión pública, y no continuar en la red? ¿Por qué recurrir a desfasados e ineficaces métodos de asamblearismo popular para la toma de decisiones disponiendo de medios infinitamente más eficaces en Internet? La próxima gran revolución social debe hacerse en Internet, que ya es una revolución en sí misma, y para ello es urgente dejar de vociferar en las plazas y desarrollar webs “revolucionarias”, donde sea posible la participación masiva y popular, no solo en la toma de decisiones sino en la difusión de las ideas y propuestas. Y no debe de preocupar el que ciertas personas queden al margen del proceso, porque esta es una “revolución de fondo”, cuyos frutos se recogerán a lo largo de su misma generación. La democracia del futuro ya no tendrá urnas, ni los candidatos se venderán en subasta pública ayudados por las grandes corporaciones, los multimillonarios, las empresas de marketing político y los medios masivos de comunicación, más o menos controlados por los partidos políticos y sus intereses de clase, sino que será un proceso legislativo y de toma de decisiones a través de nuevas redes sociales en Internet. Pero no las creadas con criterios comerciales, como “Twitter” o “Facebook”, sino otras descentralizadas y locales, libres de toda influencia “neo-ciber-imperialista”, y que hay que empezar a crear ya. Esa es la verdadera tarea de esta novísima revolución de los jóvenes españoles que carece de referencias históricas, por lo que cuenta con la ventaja del factor sorpresa y la posibilidad de abrir la puerta de entrada a la futura democracia directa propiciada por la red Internet.